viernes, 23 de abril de 2010

Hacia el centro de la Tierra

Un gran novelista de relatos de fantasía y ciencia ficción eligió un título similar a este para una de sus obras más conocidas.

Desconozco de donde sacó su inspiración, pero dejen que tome prestado parte del título que él usó para hablarles de lo que hoy les quiero contar: un agujero, boquete o socabón hacia el mismísimo centro de la tierra.

No lancen a correr todavía su imaginación, porque tampoco tiene ninguna relación con el Eyjafjalla, ni con la puerta del Infierno. Al menos, sobre esto último, es lo que espero...

Pero mucho me temo, que todo sea más banal: un desgraciado se dedica a perforar con sus narices, dedito, llave o vaya usted a saber con qué, se dedica -digo- a perforar la pared junto a los ascensores de mi comunidad mientras espera para subir en el elevador.

Ya podía meterse el dedito en las narices, o en cualquier otra parte, como hace casi todo el mundo. Pero no: le resulta más divertido excavar y ahondar en las profundidades de la pared, en busca de algún desconocido misterio que no comprendemos el resto de vecinos. (Al final, los malos, incompresivos e intolerantes, siempre resultan ser los demás)

El agujero ya ha tocado fondo, y ahora solo puede agrandarlo en diámetro. ¡Y que lo haga bien grande, para ver si nos cabe la cabeza y podemos mirar así qué hay detrás de esa estúpida pared...!*

Y a mí, de lo que me vienen ganas es de colgar un anónimo con el rótulo:

"Ánimo campeón, a ver si descubres petróleo y nos haces ricos a todos"*

*Por favor: incluyan grandes no, INGENTES dosis de ironía al leer estas palabras.

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