lunes, 29 de noviembre de 2010

Epílogo

Vanesa entró en la habitación sin hacer apenas ruido, aunque su presencia no había pasado en absoluto desaperciba por el personal médico y sanitario del hospital. Era una rubia auténtica de ojos verdes. ¿O eran azules? Llevaba el pelo recogido en una especie de moño detrás de la cabeza, sujeto con uno de esos pinchos diseñados para ello. Vestía unos vaqueros y una camiseta blanca de tirantes.

Se acercó a la cama donde estaba Andrés. Él seguía inconsciente. Todavía no se había recuperado de su accidente, aunque ya hacía dos días que se había caído por las escaleras de la casa de Sandra.

El doctor Del Tell en esos momentos estaba terminando su ronda y anotaba la evolución del paciente en su libreta.

  • Buenos días – dijo Vanesa.
  • Buenos días – dijo él.

El doctor Joan M. Del Tell era un joven especialista en problemas traumatológicos relacionados con el cerebro. Se había licenciado en la autónoma de Barcelona y eventualmente se encontraba en este hospital realizando algunos trabajos para mejorar su currículo. Era muy joven pero sus avances intuían un futuro prometedor con importantes logros para su campo de estudio.

  • ¿Se pondrá bien? – le dijo ella.

Vanesa Más era una joven poco común. Era una chica inteligente, muy guapa y atractiva, tanto como para ser una bailarina semiprofesional de danza del vientre. Hacía casi cuatro años que conocía a Andrés.

  • No lo creo – contestó el doctor – Sufrió un fuerte traumatismo en el cráneo y es posible que no despierte, o que lo haga con graves secuelas. ¿Ustedes son familia?
  • Más o menos. Es mi novio.

FIN

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