lunes, 8 de noviembre de 2010

IIIª Parte. El vestido rojo, 2

Casi al mismo tiempo que Pati salía, vinieron a recogerme Jorge y sus amigos. Nos fuimos a las calas de la playa. Allí estuvimos bebiendo y bailando como hacíamos todos los fines de semana. Jorge era ese amigo gay que siempre estaba para lo que pudiera necesitar. Le conocía de toda la vida. Me vio triste y me preguntó qué me ocurría.

  • Ya lo sabes – le dije - Lo de siempre: Pati está pasando la noche con Andrés.

  • ¿Todavía se ven en el centro?

  • Sí. Donde todos los años... ¿Cómo se llama ahora?

  • “Baño”

  • Sí, es verdad

Nos miramos Jorge y yo y empezamos a reír como pocas veces suele reír uno. ¿Cómo habían sido capaces de quedar en un lugar que se llamaba “Baño”? En serio, que los dos eran increíbles. Jorge sí que era un buen amigo. Estuvimos hablando un buen rato e intentó que no pensase en Andrés. Se lo agradecí mucho pero no podía hacer nada más. De pronto me dijo que podía ayudarme. Unos amigos suyos solían ir mucho por allí, e incluso él mismo era muy buen amigo del camarero. Me dijo que podía echarme una mano. Me convenció y le faltó tiempo para llamar a Juanito, quien resulta que había sido su novio durante algunos años.

  • Ya está hecho – me dijo-. Tu amigo Andrés esta noche solo va a dormir. Será mejor que le pongas un mensaje a Pati para que no sospeche.

    Así lo hice. Cogí el móvil y le envié un mensaje a Pati para que se viniese a la playa con nosotros. Añadí que también podía venir con Andrés. Pulsé la tecla de enviar y los minutos entonces pasaron a ser eternos. Pati no contestaba y yo no podía dejar de mirar el reloj. Necesitaba una respuesta de Pati, y además quería saber si Andrés se encontraba bien. En el fondo me arrepentía un poco de la participación de Jorge, aunque él me aseguraba que no había de qué preocuparse... Aunque éramos muy amigos su sonrisa picarona me hacía desconfiar.

    El reloj ya marcaba casi las dos cuando decidí que era suficiente por este año. De nuevo yo había perdido y la boba de Pati podía quedarse con Andrés. Le dije a Jorge que me llevase a casa y así lo hizo. Me dejó en la puerta y se marchó aunque no sin intentar antes acompañarme para tomar una última copa. Le di las gracias y un beso y nos despedimos hasta el siguiente fin de mañana. Estaba muy cansada y quería descansar. Por fin estaba en casa.

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