lunes, 1 de octubre de 2012

Tu peor foto

Hará pocos meses, no se bien en qué blog o web, pero muy posiblemente dedicado a la fotografía, leí que un usuario se quejaba del botón de borrado de su cámara hasta el punto de afirmar que los fabricantes no deberían incluirlo en ningún caso.

Recuerdo que aquello me hizo pensar: ¿cuántas fotos hacemos y cuántas más borramos? ¿Es preferible borrar in situ la foto que no nos convence, o es más acertado dejar esa decisión para la tranquilidad de la tarde del domingo cuando revisemos la sesión realizada? Es más: una vez guardada y clasificada la foto, ¿seremos capaces de borrarla? ¿borraremos una foto que guardamos en su día tiempo después, cuando hagamos revisión o limpieza de nuestro archivo?

Tengo muchas dudas sobre esta última cuestión, porque una foto que no borramos inmediatamente, sino que la guardamos, y que meses o años después encontramos entre las imágenes de cumpleaños o vacaciones y viajes, me cuesta creer que podamos eliminarla así como así, sin dudas ni un atisbo de culpabilidad, cómo si esa imagen congelada en nuestro disco duro ya tuviese derecho a quedarse ahí para siempre entre el resto de nuestros recuerdos “útiles”. Aún incluso sobre eso añadiría: ¿realmente tenemos derecho a borrarla precisamente ahora, si no lo hicimos en el momento que tomamos la foto, o cuando decidimos pasarla al disco duro?

En cualquier caso yo recomendaría no precipitarnos, porque ya habrá tiempo luego en casa de borrar una imagen, o incluso de compararla con sus gemelas anterior y posterior. En este sentido, creo que es preferible la duplicidad de fotos que la posibilidad de arruinar una bonita, o por lo menos curiosa imagen. Porque, ¿quién nos asegura que una mala toma no puede sernos útil quizá para participar en un concurso de “Tu peor foto” o para una nueva entrada de nuestro blog?

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