lunes, 7 de abril de 2014

Ducha Hollywood

La expresión ducha Hollywood la explica el sonarista Jones, del USS Dallas, en La caza del Octubre Rojo. Con esas palabras se referían allí al reconocimiento que el comandante Mancuso otorgaba a quienes "cumplían alguna actuación que superaba el nivel normal". En este caso, el premio consistía en permitir a la tripulación prolongar algunos minutos su estancia en la ducha del buque, incluso con agua caliente... Sencillo, simple, pero muy eficaz en un habitáculo como puede ser un submarino.
Dicho esto, yo nunca he sido partidario de las duchas tipo Hollywood en casa. Digo en casa, porque nunca he estado en un submarino. Me gusta remojarme lo justo, enjabonarme, y aplicar agua a continuación para eliminar el jabón, punto.
Sin embargo el sábado ocurrió algo que rompió esa rutina.

Pongámonos en situación. Salí temprano por la mañana a hacer un poco de ejercicio, andar rápido y unas carreras. Di una gran vuelta a la manzana para volver, y después de una hora corriendo subí a casa. Encendí el calentador, me preparé la toalla y la ropa limpia y conecté el pequeño calefactor. Los gatos dormían y me encerré rápido en el baño antes de que tomasen sus posiciones frente al pequeño emisor de calor.

Miro el reloj, me meto detrás de la cortida de la bañera, abro el grifo y dejo que el agua caliente me empape bien. Cierro el grifo menos de un minuto después y me enjabono bien el cuerpo y la cabeza. Quizá transcurrió otro minuto, tal vez dos. Entonces vuelvo a abrir el grifo y... oh, oh... algo no va bien... Aparto rápido el teléfono de la ducha: el agua sale gélida. No es posible. Dejo correr el agua unos segundos y me mojo un pie... ¡Rayos! El agua está helada... Cierro el grifo. Pienso rápido: si se ha terminado el gas, la situación no va a mejorar sola por mucho tiempo que pase. 

Así que me enjabono de nuevo, pensando que quizá el jabón pueda actuar como una especie de "capa de grasa artificial". Aparto la cortina. Salgo de la ducha. Me pongo la sudadera que traía por encima. Y salgo corriendo con las zapatillas a cambiar la botella de gas...

En ese momento, los gatos que estaban plácidamente dormiditos, levantaron sus orejas para ver a alguien vestido únicamente con una sudadera y cubierto con una capucha corriendo por el pasillo. No sé qué debieron pensar, porque apenas pude ver sus ojos como aceitunas. Pero cambié la botella de butano lo más rápido que pude, en dos o tres minutos que me parecieron una eternidad. Luego volví raudo y veloz al baño, y allí al cerrar la puerta, con los gatos rodeando el magnífico aparato que da calor al pequeño cuarto de baño, terminé mi ducha.
Y entonces sí, comprendí el significado y el sencillo placer de una verdadera, auténtica y genuína ducha Hollywood sin tonterías...

1 comentario:

  1. Si es que las cosas más hermosas de la vida aprenden a valorarse de verdad el día que las necesitas... :)

    ¡Saludetes!

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